Sostiene la perdición y mantienen colgando la fe;
Su mirada vacía y callada.
He dejado de creer que algún día la veré reír,
Se fue.
Me dejó tan solo sus manos tristes, y sus sueños bajo la almohada.
No tengo más allá de su recuerdo.
Su mirada vacía, las mejillas más suaves,
su rostro: las líneas más fuertes y sensibles que jamás volveré a leer.
No podré beber jamás una piel así, nunca más.
Como acto de aferro
cada noche la traigo de vuelta
en aquella ventana
y
muero con ella un poco más.
Ella... fría y cálida,
perfecta.
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