domingo, 30 de septiembre de 2012

24/09/2012

Cuando uno busca, a veces busca esperando no encontrar nada, esperando que al final no fuera necesario encontrar nada.

A veces uno no siente tanta necesidad de saber, y todo ocurre en milésimas de segundo.
Y no por tenerlo embarrado en la cara es obligación leerlo, y sin embargo, a veces, aún en contra de todo lo que esperamos, actuamos espontáneamente, sin pensar, si razonar siquiera, actuamos lo más estúpido posible y esperamos no encontrar nada. Pero lo hacemos, encontramos más de lo que hubiésemos querido, mucho más de lo que pedimos, encontramos nuestros temores.

Lástima que en el peor de los casos, siempre seré yo quien me incluya en el menos deseado escenario, con el diálogo más pobre, triste y trillado.

Porque todo mundo odia la escena vacía y sentimental de fondo que parece no terminar.
La escena que no deja claro si fue un final o un principio.



Atrás

No es sencillo dejar atrás.
No es sencillo no mirar atrás.
Y no es sencillo tener que hacerlo o dejarte morir.

Simplemente no puedo, no podré.

Nunca estarás suficientemente atrás como para no pensarte
no sentirte, no extrañarte...
Nunca estarás suficientemente atrás como para no dolerme como me dueles,
como para no odiarte y amarte de igual modo.

Nunca estarás tan atrás...

Y nunca, Dios, Nunca es demasiado tiempo.


lunes, 17 de septiembre de 2012

Lunes


Desde tus pasos indefinidos… No me canso de extrañarte.

Lunes.
Sé, que de alguna manera sigues aquí, buscándome.

Martes.
Siento tu ausencia un poco más, quizá, hoy por fin ha llegado el día.

Miércoles.
No era cierto, cuando lo dije realmente no lo sentía.

Jueves.
No te extraño. No te necesito. No estás más.

Viernes.
Recuerdo nuestro día especial, aquella tarde soleada parecía un infierno, y tú, sin embargo, sonreías, no sé qué veías en mí, común, sin fe, sin dirección, pero no perdido.

Sábado.
Tú sacaste de mí, lo mejor. Pero también lo peor.
Ojalá y no vuelvas.

Domingo.
Ya no sé dónde estás o dónde podrías estar. Pero quiero que estés aquí. Quizá un día o dos. Ó 6 meses más.

Lunes.
Todos los días son lunes, pero les cambio el nombre, no  quiero parecer ridículo. Quiero que parezca que aún sé qué día es, aún cuando para mí, siempre será Lunes, un Lunes después de tu partida, un Lunes dónde no sé si estoy, estás o estoy sin ti pero contigo.
Es una tortura para mí, no saber perderte, no lograr dejarte, como una vieja caja, quizá en el rincón del armario, debajo de muchas otras.
Soy un idiota por no dejarte.

Soy un idiota por dejarte ir. Y soy un idiota por amarte, a pesar de todo, amarte.